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Los Señores del Tajo

Los Señores del Tajo

Hoy, día 18 de marzo, miles de personas han salido a las calles de Murcia (http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/18/espana/1237396613.html) ha reivindicar lo que creen legitimamente, históricamente e incluso divinamente suyo. Nos comentan que incluso la Universidad de Murcia ha dado tarde libre a sus trabajadores y estudiantes para que acudan. Se han fletado los correspondientes autobuses y la maquinaria mediática ha funcionado como debía. El objetivo convencer e incitar al pensamiento único del agua. Excusas y argumentos como aquel "Ni una gota desperdiciada en el mar" se repiten.

A cuento de esto del Trasvase y los derechos del Levante sobre la cuenca del Tajo, la compañera de la Red del Tajo y la FNCA María Soledad Gallego Bernad nos envío este escrito titulado "Los Señores del Tajo":


LOS SEÑORES DEL TAJO
Los días 14 y 22 de marzo celebramos el Día Internacional de los ríos y el Día Mundial del agua, respectivamente. Y este año, en España, lo hacemos con la polémica de un posible nuevo trasvase desde el maltratado y expoliado río Tajo, esta vez desde su tramo medio –Toledo o Cáceres-.
Hace mucho que en este país, hemos perdido el respeto por lo que el río Tajo es y significa. Y este mercadeo, el reparto infame de sus aguas entre unos y otros, solo es la muestra del grado de olvido, abandono y desprecio, al que venimos sometiendo al río Tajo desde hace ya muchas décadas.
Miremos al río Tajo, ¿qué vemos? Unos dirán que un río, una fuente de vida y belleza, una unidad ecológica que nos muestra de forma continua el ciclo y el fluir de la naturaleza y la vida. Otros, en cambio, mirarán al Tajo y sus afluentes y solo verán garrafas o contenedores de agua que unir, embalsar, acumular, trasvasar, y utilizar, antes de que “se pierda” en el mar, en el país vecino, o en la región de al lado.

La historia del Tajo es muy simple. Antes de los años 50, era un río; a partir de esa fecha, lo cosieron literalmente a presas, sobre todo en cabecera, y en el tramo extremeño hasta Portugal. El Tajo antes, era de todos y no era de nadie. Es decir, lo disfrutaba y utilizaba la sociedad, las ciudades ribereñas creadas en su orilla, las vegas y regadíos que formaba, los molinos, las playas de arenas doradas, las alamedas blancas, los sotos y bosques de ribera, los pájaros, peces, insectos, pescadores, y la ancestral cultura ribereña ligada al río, que lo identificaba como parte de su existencia y su paisaje.
Es decir, el Tajo, para los que miran a un río y solo ven agua, para los que no son capaces de comprender todo lo que un río es y significa, era un río “desperdiciado”, que no tardaron en repartirse, junto con sus afluentes, los “señores del Tajo”.
En el primer gran tramo del río, desde cabecera hasta Talavera de la Reina, el Tajo tiene dos grandes señores: uno muy despierto, que arranca sus aguas hasta la última gota, y que en nombre de la solidaridad ha conseguido literalmente secar el río en varias ocasiones. Este señor, tiene además el don de la magia, consigue que a pesar de que el río Tajo prácticamente no lleve agua, los papeles, es decir, las leyes, los planes, la prensa, digan que al río “le sobra agua” y se les siga trasvasando. Este primer señor del río es el Trasvase Tajo-Segura: los regantes y usuarios de Levante, que desde 1980, en nombre de la solidaridad, se llevan las dos terceras partes de las aportaciones de los embalses de cabecera de la cuenca.

El otro gran señor del río, en su primer gran tramo en España, es Madrid y su abastecimiento, la mayor zona metropolitana de la península, y la tercera de Europa, con más de seis millones de habitantes. Pero en relación al Tajo, este es un señor dormido. Los magos del trasvase Tajo-Segura, consiguieron en los años 60, que los estudios y las predicciones dijeran que Madrid tendría suficiente para su abastecimiento con los embalses de la Sierra, y que si en el año 2000, por el crecimiento de la población, le faltaba agua, podría cogerla de los afluentes del oeste, del Alberche, del Tiétar, y si hacía falta del Duero. De esta manera, quedaba libre la cabecera del Tajo para llevarse su agua a Levante. Los magos del trasvase y de la planificación, consiguieron enmendar a la naturaleza, y que el Tajo y sus ríos, fueran hacia atrás. Así, conseguían evitar que gran parte del agua de la cuenca del Tajo se “perdiera” en Extremadura y Portugal. Al mismo tiempo, calcularon que en el tramo medio del río, desde Aranjuez a Talavera de la Reina, se compensaría la detracción brutal de agua limpia que ellos se llevaban -hasta 600 Hm3 anuales-, con las aguas residuales que vinieran de Madrid a través del Jarama. De esta manera, desde que se inició el trasvase en los años 80, el río Tajo, desde su unión con el Jarama, pasado Aranjuez, hasta su entrada en Extremadura, es un río muy mermado en su caudal y capacidad de dilución, enormemente contaminado, una auténtica cloaca a cielo abierto. Las poblaciones ribereñas, en nombre de la solidaridad y el interés general, vieron como desaparecía y moría el Tajo, que ha sido literalmente amputado como río en su tramo medio.

Pero algo falló en las predicciones. La naturaleza no se portó como ellos querían. Desde los años 80 en que se inició el trasvase, las aportaciones en cabecera se han reducido en un 50%. Madrid, a pesar de no consumir tanta agua como se había previsto en los años 60, y de haber explotado al máximo los afluentes del norte y el Alberche, tiene en la actualidad unas garantías de abastecimiento limitadas, según reconoce la propia Confederación. El encantamiento de los magos del trasvase no parece resistir la realidad: el río tiene menos agua en cabecera de la que pensaban, y el otro gran señor del Tajo, prioritario a ellos, está despertando, y viendo que para garantizar sin problemas los 600 hm3/año que necesita el abastecimiento de más de seis millones de personas, sobre todo en época de sequía, tal vez no pueda prescindir de la garantía del agua regulada en la cabecera de su cuenca. Tal vez alguien esté comenzando a darse cuenta del sinsentido que es que Madrid, y las provincias que la rodean de la cuenca del Tajo, estén consideradas legalmente “excedentarias”. Esto significa que, en teoría, una vez satisfechas al cien por cien todas sus necesidades (abastecimiento, regadíos, uso industrial, reservas para sequía, caudales ecológicos y buen estado de los ríos…), sin ninguna restricción, todavía les sobra agua para trasvasar. Pero esa no es la realidad. La cuenca del Tajo, dada la ubicación en la misma de la mayor metrópoli de España, es una cuenca delicada de gestionar, en la que es necesario mantener un correcto equilibrio entre los usos y demandas, para garantizar el buen estado del río principal y sus afluentes. Por eso, trasvasar anualmente hasta las dos terceras partes del agua limpia de su cabecera, no es solidaridad, sino temeridad.


Pero los magos del trasvase no están dispuestos a liberar al río Tajo, y siguen buscando nuevas formulas para negar lo evidente. Como ven que tras la disminución de aportaciones, las necesidades de la zona más poblada del Tajo, y los requerimientos ambientales de la Directiva Marco del Agua, puede que no consigan ya tan fácilmente que “sobre” agua en la cabecera del Tajo, están solicitando un nuevo trasvase desde el inicio del segundo gran tramo del río. Y aquí entra en juego el tercer gran señor del Tajo: las hidroeléctricas.

En el segundo gran tramo del Tajo en España, el rio es un rosario de embalses hasta Portugal. Sus dueños, y por supuesto los dueños del río, son las grandes empresas hidroeléctricas, que gestionan el río a su antojo. En 2007, una de las hidroeléctricas dejó de soltar agua y secó literalmente el Tajo durante kilómetros, pero la Confederación del Tajo dijo que esto era “normal” en la gestión del rio, que además en esta zona, ya no podía considerarse como tal.
En este tramo extremeño del Tajo, el agua todavía arrastra graves problemas de contaminación derivados de las aportaciones del tramo anterior, y sobre todo de los retornos mal depurados del abastecimiento de Madrid, pero recibe mayores aportaciones de otros afluentes de la margen derecha y del macizo de Gredos. Nadie molesta a los grandes señores hidroeléctricos.


Y mientras tanto, los magos del trasvase siguen intentando manipular formulas y costes, y consiguen, con sus trucos y cuentas, que el agua trasvasada desde el otro extremo de la península, todavía siga saliéndoles más barata que el agua desalada, ya que como en cualquier buena ecuación de un megaproyecto (Flyvbjerg): se exageran los beneficios, se subestiman los costes, y se ignoran los impactos ambientales. Así, la mayor parte del coste, mucho más alto que el que oficialmente puedan calcular los solicitantes y el Gobierno, los asumirá en realidad la cuenca del Tajo y el resto de ciudadanos del país, a través del erario público.
La viabilidad económica y ambiental, no es algo que importe gran cosa en una gran infraestructura hidráulica o en un trasvase, son conceptos que se pueden manipular, y en los que siempre habrá técnicos convenientemente pagados, que demuestren con números y cifras, con las artes de prestidigitadores de los magos del trasvase, lo que ellos tengan por conveniente: que sobra agua, que su precio es el que ellos digan, que es más rentable transportarla a más de 500 kilómetros de distancia, etc. La única viabilidad que importa es la política, los acuerdos y pactos que logren conseguirse, los cambalaches entre los grandes usuarios privativos y los gobiernos estatales y autonómicos. Para la política, los ríos son como cromos que se cambian en el patio de un colegio.
Y así, alguien podría preguntar ¿y las hidroeléctricas? ¿Dejarán los grandes señores del Tajo en el tramo extremeño que disminuya su producción al llevarse parte del agua trasvasada? Y la respuesta es: pues claro. Si se les paga o compensa adecuadamente, como se hizo en los años 70 y 80 con el primer trasvase, las hidroeléctricas volverán a vender al Tajo. Al igual que lo venden ahora los regantes de Aranjuez y Estremera. Un usuario privativo utiliza el agua como un recurso económico, como un factor de producción, y lo mismo le da de donde venga el dinero, y por supuesto, el estado del río.
En las negociaciones ahora entran también los gobiernos autonómicos, que como el extremeño, anuncian en nombre de la solidaridad que están dispuestos a dejar que se lleven el agua del Tajo a Levante. ¿A cambio de nada? Obviamente no. Las negociaciones políticas ya se estarán encargando de la lista de peticiones a cambio de tal ejercicio de solidaridad. Las hidroeléctricas, los regantes, los gobiernos autonómicos, consiguen más infraestructuras y embalses, macroproyectos energéticos en zonas protegidas, refinerías, aeropuertos, autopistas, nuevas concesiones, centrales, trozos de otros ríos, o bien directamente dinero, a cambio de seguir vendiendo al río Tajo.
¿Y qué sucede con el rio, con el buen estado ecológico, con el uso común de sus aguas al que todos los ciudadanos tienen derecho según el artículo 50 de la Ley de aguas? ¿Podrán los ciudadanos de la cuenca recuperar al río Tajo? Al usuario común, al que mira un río y ve algo más que agua, al que siente que le han cortado un trozo importante de su cultura, de su paisaje, de su patrimonio y de la historia cuando ve a un rio como el gran Tajo agonizar, a ese no se le puede comprar con dinero. Pero se le puede manipular, se le puede desinformar, se pueden hacer trucos de magia delante de su ojos, para que no vea las verdaderas causas del estado de los ríos; se le puede mentir, decirle que es la sequia o el interés general, y ocultar, que es la sobreexplotación brutal de ríos como el Tajo, y la explotación minera de los mismos, la que ha llevado a que se convierten en cadáveres hidrológicos, la que ha llevado a que entre unos pocos, se hayan apoderado de lo que es de todos, y además nos estén obligando a pagar la cuenta al resto de la sociedad.


¿Por qué pudo hacerse el primer trasvase del Tajo? ¿Por qué puede seguirse manteniendo un trasvase que es un modelo de irracionalidad e insolidaridad hacia la cuenca cedente? ¿Por qué puede estarse planteando ahora mismo un nuevo trasvase desde Extremadura, que es todavía menos viable ambiental y económicamente que el del Ebro? Porque en realidad, al río Tajo, nadie lo defiende como tal. Porque es un río por el que se ha perdido todo respeto. En los años 60 y 70 cuando en los coletazos de la dictadura se aprobó y ejecutó con toda celeridad el primer trasvase, apenas trascendió información real a los ciudadanos, y los representantes de cada provincia afectada, - Cuenca, Guadalajara, Madrid, Toledo, Cáceres-, aunque en muchos casos se opusieron, al final, ante la política de hechos consumados, simplemente intentaron negociar compensaciones propias, para paliar en lo posible las afecciones que se iban a producir. Las provincias de la cuenca del Tajo no se unieron para defender al río, nadie lo reclamó como algo valioso, como una unidad y un patrimonio natural único; cada uno miró sus propios intereses. Y eso, es lo que están intentando que vuelva a suceder. Si Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura, no se unen de una vez para decir “ya basta”, y para reclamar al río y a la cuenca del Tajo como una unidad, seguirán demostrando que prácticamente nada ha cambiado en este tema desde la dictadura. Y que tal vez, ninguna de ellas se merezca, que un gran río como el Tajo siga discurriendo por sus tierras.

7 de marzo 2009
María Soledad Gallego Bernad
(Socia de la Fundación para la Nueva Cultura del Agua y miembro de la Red Ciudadana por una Nueva Cultura del Agua en el Tajo/Tejo y sus ríos)

Foto extraída de elmundo.es

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